23 de noviembre de 2010

Godoy


Malvinas desde la óptica chilena

Pedro Godoy (*)

 
1982… Malvinas. Se recuerda aquella jornada. Los medios informan: “Argentina ocupa Malvinas”. El régimen militar instaurado en 1973 que suplanta al Presidente Allende proclama urbi et orbe la neutralidad en el conflicto. No obstante, se pudo verificar –desde el comienzo– una postura benigna respeto a Gran Bretaña. La prensa, la radio, la televisión exhiben tal sesgo. Se trasmiten boletines de la BBC y no de Buenos Aires. Pese a la censura se detecta un subterráneo apoyo a Londres: buque británico reabastecido de petróleo en Talcahuano o helicópteros de la RAF en Tierra del Fuego.
En las arterias principales de la capital se agolpan ciudadanos a leer carátulas de periódicos. Informan de los triunfos de la Aeronáutica Militar trasandina en el Estrecho de San Carlos. Se cuchichea. En esa época nadie profiere una opinión en voz alta. Ello es motivo de sospecha y el régimen controla todo con fina red de espionaje.
Las victorias iniciales de Argentina generan atmósfera de velatorio. Como está vigente la querella del Canal de Beagle el convencimiento es que “si Argentina gana la guerra el país será víctima de una blitzkrieg. Al ataque argentino se sumarán los dos Estados septentrionales (Perú Y Bolivia). Con el cuadrillazo se perderá por el norte Arica, Tarapacá y Antofagasta y por el sur Aysén y Magallanes. El país regresará a su dimensión originaria: una faja extendida de Copiapó a Puerto Montt”.
Inquieta saber que, en Lima, ciudadanos de enrolan como voluntarios en la Embajada de Argentina y que pilotos peruanos combaten en el Atlántico sur. Se registra alarma de diverso grado y en todos los círculos. Desde 1978 se teme, por el Beagle, una conflagración. La incertidumbre se acentúa porque los pertrechos escasean y el amunicionamiento es mínimo. Una colectividad adoctrinada por la casta dominante alberga ese convencimiento por la idea de disponer de fronteras amagadas al estar rodeada de enemigos de ayer, de mañana y de siempre. Es la geopolítica insularista, eurocéntrica y contraiberoamericana vigente desde la época de Diego Portales, a comienzos del siglo XIX (1).

Geopolítica decimonónica

Vale la pena explayarse en lo anotado. El Síndrome de Fortaleza Asediada (SFA) es la segunda piel de la población. Se expresa a través de actitudes etnocéntricas y postulaciones importadas de la Europa decimonónica. Con el peligro externo siempre ad portas se devalúa cualquier proyecto integrador y se presenta como una fatalidad a vivir bala en boca y el dedo en el gatillo a todo el país. Ello mientras se practica desaforado armamentismo (2). Quienes conocen el film El desierto de los tártaros podrán con menos dificultad imaginarse esta paranoia que no es atribuible sólo al general Pinochet (3).
Esto va de la mano de un chauvinismo inveterado que se manifiesta en fobia a Perú y Bolivia (“pueblos aindiados”) y Argentina (“expansionista”). En las hipótesis de conflicto se alude a los “enemigos inmediatos”, a los “aliados próximos” y al “aliado distante”. La HV3 (Hipótesis Vecina con las tres repúblicas fronterizas) supone que en una guerra Santiago cuenta con Quito contra Lima. Bolivia, atacada por la espalda por Paraguay y Argentina por Brasil. Este ajedrez sigue siendo válido con Ecuador, pero Paraguay y Brasil por el Mercosur ya no son funcionales.
Obvio el “aliado distante” es Estados Unidos y, por cierto, Gran Bretaña. Esto se observa nítido en Malvinas. Apenas finaliza la Segunda Guerra Mundial nuestras Fuerzas Armadas se “pentagonizan”. Cúpula castrense y gubernativa aspiran a convertirse en sobrinos predilectos del Tío Sam. Obvio, también se cultivan nexos con Londres. La Marina de Guerra conserva una antiquísima anglofilia manifestada en el culto a la personalidad de Lord Tomás A. Cochrane. Siempre se bautiza con su nombre algún buque. Nuestros marinos aun usan corbatín negro como luto por la muerte del almirante Nelson. Los oficiales de rango intermedio son becarios de la Marina de Su Majestad Británica. Los astilleros británicos nos proveen de unidades navales. La Guerra del Pacífico se efectúa para preservar intereses ingleses en el guano y el salitre. En la guerra civil de 1891 nuevamente Londres interviene contra Balmaceda que intenta nacionalizar ese mineral y las ferrovías.
La gravitación británica se inicia con la emancipación –empréstitos para sostener la causa independentista– y se mantiene hasta hoy coexistiendo con el influjo estadounidense. En el imaginario colectivo mapochino, es un dogma aquella vieja superchería: “Los chilenos somos los ingleses de América del Sur”.

Operación “Puñalada por la espalda”

Los antecedentes expuestos explican la Operación “Puñalada por la espalda” ya anticipada al comentar cuán hipócrita es la neutralidad que, en el conflicto, del Atlántico austral proclama Santiago.
No son sólo los aeródromos clandestinos de helicópteros de la RAF en Magallanes ni el abastecimiento de combustible de buque del Reino Unido, sino también el aviso que dan radares de la Fuerza Aérea Chilena de cada ataque aéreo argentino a la flota invasora del Reino Unido. Lo confiesa el general Fernando Matthei, integrante de la Junta que asesora a Pinochet, y entonces jefe de esa rama de las Fuerzas Armadas (4). Tal militar justifica apoyo a Londres escudado en refrán “el enemigo de mi enemigo es nuestro amigo”. Cuanto mejor si ese “amigo” es macropotencia y europea. Entonces rebrota la atávica genuflexión del “sudaca” ante el capanga alto, rubio, blanco y de ojos glaucos evaluado invencible, infalible y paternal. Tal idolatría empuja a nuestra oficialidad a evaluarse “aliada” del Reino Unido en la campaña que emprende Argentina (5).
Un puñado de chilenos contestatarios, la mayoría catedráticos destituidos por el régimen instaurado en 1973 y que optan por permanecer el país –el denominado “exilio interior”– no comulgan con las hipótesis de conflicto bosquejadas. No sólo eso, ratifican de modo inclaudicable su postura antimperialista y contracolonial y sostienen antes del derrumbe de Allende y durante el régimen militar su adscripción al nacionalismo continental. Comparten derrotas y victorias. Han simpatizado en la fase verdeoliva con Fidel y siempre con el Movimiento de Países No Alineados que origina la Conferencia de Bandung. De temprano admiran la Tercera Posición de Perón y siendo muy mozos aplauden el ABC, proyecto peronista de alianza de Argentina, Brasil y Chile (6). Impulsan, en condiciones muy difíciles, la candidatura de Víctor Raúl Haya de la Torre al Nobel de la Paz y nada menos que en 1979 al cumplirse el 100º aniversario del estallido de la Guerra del Pacífico.
Tal equipo está influido por las tesis de Jorge Abelardo Ramos y Jorge Enea Spilimbergo en orden no sólo a preconizar un socialismo criollo, sino también a concebir nuestra América como una nación desmembrada. Hasta 1960 esa tesis constituía una intuición que legitiman como doctrina la ponencia de la denominada “izquierda nacional” que florece en el Río de la Plata y que sostiene, a orilla del Mapocho, Felipe Herrera (7).
Quizás esta génesis amerite mayor comentario, pero lo importante de destacar ahora es el rescate de los archipiélagos del australes de Argentina de las garras británicas es lo que empuja a este grupo a fundar el Centro de Estudios Chilenos (CEDECH) un poco equiparando al Centro de Estudios Argentinos (CEDEA) que ya entonces existe en Buenos Aires bajo la tuición –entre otros– de Alberto Guerberof. Se propone analizar lo chileno con prisma iberoamericano y lo iberamericano desde una perspectiva chilena y con ello colisiona con el añoso eurocentrismo criollo que se complementa con la patriotería. Esto explica que promueva la restitución de la condición oceánica de Bolivia ya planteada en el Acta chilenoboliviana de Córdoba, suscrita al interior del I Congreso del Pensamiento Político patrocinado por el Frente de Izquierda Popular (8).

Soledades e inconsecuencias

Es inevitable referirse a los orígenes de quienes fundan el CEDECH. Provienen de tres vertientes. Una es la socialista, representada por Mario Lobos Núñez, Jorge Barría Serón y quien expone. La otra es la socialcristiana, por Tomás Pablo Elorza y Leonardo Jeffs Castro. La tercera es la nacionalista, porpor Eugenio Celedón Gassols y René Balart Contreras.
El mismo Felipe Herrera proviene del Partido Socialista, es criptoperonista y coopera con Ibáñez en la hora del ABC. Luego asesora a Allende y brinda refugio en su hogar a la familia del Presidente depuesto en las horas amargas del 11 de septiembre de 1973. Desde el exterior se dispone de la discreta simpatía del académico Eugenio González y la del sindicalista Clotario Blest. Ambos –igual que los anotados– optan por el “exilio interior”. Coinciden el apoyar a Argentina en la guerra de Malvinas. Tarea no fácil bajo una dictadura de tipo staliniano que gira en la órbita de Margaret Thatcher, con censura y autocensura y que después de diez años sustituye el terror por el temor.
¿Cómo explicitar la adhesión a la Casa Rosada en el conflicto? Es importante un documento público. Mejor si también lo suscribe la oposición que, a un decenio del golpe de Estado, ya se mueve –aunque vigilada– con cierta libertad. Se acude a la Democracia Cristiana con un proyecto. Confiábamos en la retórica bolivariana de Gabriel Valdés. Recibe a los “cedechistas” y calla. No se cosecha adhesión. En esa tienda, deducimos, perdura la argentinofobia de Alejandro Magnet (9). Se acude entonces al Partido Socialista y, específicamente, a una de sus fracciones. La apodada “suiza” –por su neutralidad entre la socialdemócrata, la cubanizante y la prosoviética- y de allí se nos excluye con la frase “esa guerra es una aventura del gorila Galtieri” (10). Se recaba entonces el apoyo de la ultraizquierda. Opinan: “Galtieri es el Pinochet trasandino”. Cuadros de otras tiendas explicitan temores coincidentes con las hipótesis de conflicto… si Gran Bretaña es derrotada, Chile sería víctima del expansionismo argentino.

Politicamente incorrecto

Nuestra joven entidad está solitaria. Como tal decide lo único éticamente aceptable: exponer de modo público su apoyo a Argentina. Ello a cualquier costo aun aisladamente. Chile está aherrojado por un régimen policial y despreciando el peligro cierto de una represalia se publica en la prensa la declaración “Malvinas: una opinión disidente”.
Cosa curiosa, la prensa local le da cabida. Ello quizás para avalar la hipócrita neutralidad ante el entrevero bélico. El documento alcanza difusión inesperada en Perú, Bolivia, Argentina, Uruguay… Incluso los medios europeos lo publican, presumiblemente porque es despachada a los corresponsales británicos de prensa alojados en el Hotel Cabo de Hornos, de Punta Arenas. Tal documento es relámpago en medio de las tinieblas del régimen que protagoniza la Operación “Puñalada por la espalda” y una oposición que esquiva enarbolar la bandera antiimperialista y contracolonial, siempre flameante por Vietnam o Cuba, pero que se pliega si se trata de Argentina. CEDECH es la única opinión favorable, en Chile, a la causa argentina. Tal causa que es iberoamericana y tercermundista es la que hoy nos congrega aquí como en aquel 1982 siempre actual.
La ONU aprueba Resolución 502. Es una orden para que las tropas trasandinas evacuen los tres archipiélagos australes. Se abstienen la Unión Soviética, China y España (11). Sólo la pequeña Panamá vota en contra. Washington se colude con Londres. Al no operar el Tratado Intyeramericano de Asistencia Recíproca (TIAR) queda –una vez más– a la intemperie el embuste del interamericanismo. La adhesión a Casa Rosada de Managua y La Habana deja magullada a la ultraizquierda. Se tambalea el circuito de convicciones de la oficialidad argentina que se creyó parte del Occidente cristiano, caucásico y europeo, por ende, ajeno a Iberoamérica y extraño al Tercer Mundo.
La capitulación –después de noventa jornadas de epopeya– es luto para CEDECH. Ya había, intuitivamente, albergado cierta desconfianza al mudarse el nombre de “Puerto Rivero” por “Puerto Argentino”. Después resulta indignante la operativa desmalvinizadora desencadenada por los medios y los gobiernos de la propia Argentina. Nos pareció gratuita ofensa a los veteranos de guerra esos que “a todos los argentinos le dieron todo” y actitud denunciatoria a recuperar un trozo cautivo de nuestra América.

Epílogo optimista

Hoy, sin embargo, Argentina devuelve a aquella guerra el rango de gesta y exige la devolución de esos territorios insulares. Con el Tratado de Lisboa han sido proclamados periferia de la Unión Europea. Con ello Gran Bretaña europeiza el litigio por Malvinas, Orcadas y Sandwich del Sur. Ello apunta a legitimar la soberanía que Londres proclama poseer sobre la Antártida chilenoargentina y consolida el control sobre el mar de Drake cuyo sólo nombre evidencia eurocentrismo. Aun más se proyecta una macroexplotación petrolera en la plataforma continental adyacente.
Afortunadamente se está revirtiendo la campaña de desmalvinización. Este Primer Congreso “Malvinas, una causa de la Patria Grande” es testimonio. La Universidad Nacional de Lanús, su rectora y el Observatorio Malvinas de esta Casa de Estudio impulsan el mandato patriótico en orden a liberar ese suelo ocupado. Es un esfuerzo por iberoamericanizar la causa malvinera.
Si el primer héroe caído el 2 de abril de 1982 es oficial argentino, el tercero cae el conscripto Mario Almonacid Vargas, hijo de matrimonio chileno domiciliado en Comodoro Rivadavia. Su sangre veintiañera nutre la fe sanmartiniana que nos anima y el espíritu suyo flota en esta Aula Magna. Honremos su memoria bregando por esta noble causa.


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(*) Historiador y sociólogo, director del Centro de Estudios Chilenos (CEDECH). Graduado del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, con maestría en la Universidad Católica y curso doctoral en la Universidad Complutense de Madrid. Dr. Honoris Causa de la Universidad Mayor de San Andrés (Bolivia). Profesor Honorario (Instituto Jauretche, Buenos Aires). Premios Gabriela Mistral y Arturo Jauretche. Condecorado con la Orden Simón Bolívar. Catedrático del Campus Macul de la Universidad de Chile (destituido en 1976) y actualmente de la Universidad Arturo Prat. Postulado por cinco Universidades de su país al Premio Nacional de Educación. Autor de textos escolares de Historia (1969,1970,1971 y 1972). Además, de La ciudad enseña Ciencias Sociales (1993), 7 ensayos suramericanos (2000), Chile versus Bolivia (2004), Libro negro de nuestra educación (2005), Revolución en el aula (2006), Perón en Chile, 1953 (2006), Nacionalidad y educación (2007), FFAA: reflexión permanente (2007), Socialismo del siglo XXI (2008), Bicentenario e identidad (2009).

(1) Portales impulsa la Guerra de Chile contra la Confederación Perú-Bolivia que preside Andrés Santa Cruz (1835-1839). Funda de hecho la doctrina diplomática de la Cancillería de Santiago.

(2) El armamentismo –mezcla de delirio y negocio– es antiguo. Se acentúa con los gobiernos democráticos de la Concertación, particularmente, Lagos y Bachelet, ¡oh, paradoja, afiliados al Partido Socialista!

(3) Nota del E: Película de 1976, inspirada en la novela homónima del escritor italiano Dino Buzzati, publicada en 1940. Describe lentos días en una deprimente fortaleza ubicada en los confines de la civilización, entre una cordillera agreste y un desierto que parece interminable.  Oficiales y soldados viven una tediosa rutina durante años, mientras esperan –unos con temor, otros con indiferencia y alguno con sueños de gloria– un ataque que se demora en llegar. En un breve prólogo para la editorial española Gadir (2006), Jorge Luis Borges escribe que el libro “está regido por el método de la postergación indefinida y casi infinita”.

(4) Véanse declaraciones a la prensa de este militar y también sus memorias. Son congruentes con declaraciones de Margaret Thatcher.

(5) Pinochet disponía de una confianza ciega en los ingleses. Se equivoca como un rústico campesino ingenuo en una megapolis. Allí lo soportan a la ignominia de 500 días de arresto domiciliario. Véase al respecto mi obra FFAA: reflexión permanente. El equivalente es Galtieri que cree que por estrangular el “enemigo interno” tendrá en Malvinas el apoyo de Reagan. Ambos ofician de aldeanos ingenuos.

(6) Véase mi obra Perón en Chile, 1953.

(7) Es autor –entre otras obras– de América Latina integrada, Nacionalismo latinoamericano y Nacionalismo, regionalismo, internacionalismo. Vease mi obra 7 ensayos suramericanos (pág.65 y ss)

(8) Ese evento lo promociona, en Río Ceballos, el FIP presidido por Jorge Abelardo Ramos y la dicha Acta la suscriben –entre varios– Andrés Soliz Rada y el ponente.

(9) La ambigüedad de la Democracia Cristiana es elocuente. Ya antes, en 1953, uno de sus ideólogos, Alejandro Magnet, publica Nuestros vecinos justicialistas y Nuestros vecinos argentinos, con acusaciones a Perón de “fascista” y a Argentina de impulsar una política “imperialista” en el Cono Sur.

(10) Quien representa a ese grupo es el sociólogo Enzo Faletto, quien, amurallado en FLACSO, se niega al gesto solidario preconizado por CEDECH.

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